Después de 6 a 8 meses, muchos niños y niñas atraviesan un período en el que su sueño parece «empeorar»: se despiertan con más frecuencia, tienen dificultades para conciliar el sueño o buscan la presencia de sus padres. No es una regresión real, sino una fase evolutiva vinculada a muchos logros nuevos: aprenden a sentarse, a moverse en el espacio y a reconocer quién está presente o ausente. También es el período en el que aparece la ansiedad por separación normal: el niño entiende que mamá o papá puede alejarse y busca tranquilidad, incluso por la noche. Cómo acompañar esta fase: rituales serenos y predecibles (baño , luces tenues, cancioncitas o cuentos cortos) .- Presencia tranquila y constante si se despierta, pero evite los estímulos fuertes o los juegos nocturnos.- Dele unos minutos para que intente volver a dormirse solo, sin dejar de estar disponible si llora o se queja.- Un objeto de transición (peluche, funda, bufanda con su olor) puede ayudarlo a sentirse más seguro.- Mucho juego y movimiento durante el día: el cansancio físico ayuda duerme mejor por la noche. Recuerda: es una fase. El sueño no «regresa»: cambia con el crecimiento.