Si su bebé es amamantado exclusivamente o con leche formulada, no es necesario añadir agua en los primeros meses de vida. La leche, de hecho, ya contiene toda el agua necesaria para mantener una buena hidratación, incluso en los períodos más calurosos. El agua solo es útil después del destete, es decir, desde el momento en que se comienzan a introducir alimentos sólidos o semisólidos (normalmente alrededor de los 6 meses). Cuánto se necesita y cómo ofrecerla: ofrézcale pequeñas cantidades de agua natural durante o después de las comidas, preferiblemente en forma de vaso o vaso en lugar del biberón. No es necesario forzarlo: el bebé aprende poco a poco a reconocer la sed. En verano o en caso de fiebre, el pediatra puede recomendar aumentar la ingesta de líquidos o amamantar con más frecuencia. Tenga cuidado con las bebidas azucaradas, las infusiones de hierbas, los jugos o las manzanillas: no son necesarias y pueden acostumbrar al bebé a sabores demasiado dulces. Si su bebé tiene vómitos, diarrea o signos de deshidratación (boca seca, menos orina, somnolencia), consulte siempre a su pediatra.