En los primeros meses, tu hijo, tu pequeña descubre el mundo a través de la luz, las voces y los gestos cotidianos. No hay necesidad de «enseñarle» nada: basta con acompañarlo en su descubrimiento, con calma y curiosidad. Llévalo contigo en brazos mientras te mueves por la casa contando lo que está sucediendo («ahora vamos a abrir la ventana, ¿sientes el aire fresco?»). Las palabras dan significado a los sonidos y ayudan a conectar las percepciones y las emociones. Describa los entornos: «esta es la cocina», «aquí se oye el agua del grifo». Incluso si no entiende las palabras, el tono y la voz crean familiaridad. Acérquelo a la luz natural: observar el movimiento de las cortinas o la alternancia de luces y sombras estimula la curiosidad.Cambie de perspectiva: alterne posiciones (en brazos, acostado de lado, boca abajo durante breves momentos) para ayudarlo a percibir el espacio.Salga a dar paseos cortos: la luz, los sonidos y los olores externos lo ayudan a adaptarse gradualmente al mundo fuera del hogar.Descubrir el espacio y los sonidos que lo rodean ayuda al niño a: construir una sensación de continuidad entre él mismo y el mundo, desarrolla la confianza y la curiosidad, comienza a regular tus emociones a través de la relación.