El masaje infantil es una forma de comunicación profunda entre padres e hijos, un lenguaje hecho de tacto, escucha y presencia. A través del contacto, el niño experimenta seguridad, confianza y tranquilidad. El masaje ayuda a calmar el llanto, favorece el sueño, apoya el desarrollo sensorial y fortalece el vínculo gracias a la oxitocina. No se necesitan habilidades especiales: la continuidad y la atención a las señales del niño son importantes. También es beneficioso para los padres: ayuda a leer mejor las señales del niño, a sentirse más competente y a construir una relación de confianza mutua.
Para empezar, elija momentos en los que su hijo esté despierto y tranquilo y usted se encuentre en un ambiente cálido y tranquilo. Usa un aceite vegetal simple como el de almendras o de arroz (sin fragancias ni aceites esenciales, pueden ser tóxicos). Empieza con movimientos lentos en las piernas, los brazos y el abdomen y deja de hacerlo si te pones rígidos o miras hacia otro lado. Muchos hospitales y consejeros familiares organizan cursos de masaje infantil gratuitos o de bajo costo, guiados por comadronas certificadas o profesores de la AIMI (Asociación Italiana de Masajes Infantiles). Aprender con otros padres también te apoya.