El llanto es la primera forma de comunicación de un recién nacido: hambre, cansancio, sueño, molestia, necesidad de contacto. En las primeras semanas/meses no siempre es fácil entenderlo y no siempre se calma de inmediato. Así que puedes intentar: - hablarle con voz tranquila, - acunarlo suavemente o sostenerlo cerca de su pecho, - ofrecerle un pecho o un biberón si es hora de alimentarlo, - comprobar si tiene calor, frío o tiene el pañal mojado. Si notas que la frustración y el cansancio se están mojando La ventaja, recuerda: nunca debes sacudir al niño, ya que podría causarle daños muy graves (consulta «Nunca sacudas a un recién nacido: síndrome del bebé sacudido») Colócalo en un lugar seguro, como la cuna, y tómate un momento para respirar o pedir ayuda. Si el llanto es inconsolable o va acompañado de fiebre, rigidez u otros síntomas, lo mejor es que consultes a tu pediatra.
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