Alrededor de los 9 a 18 meses, muchos niños comienzan a experimentar un momento delicado: se llama ansiedad por separación. Es la fase en la que comienzan a comprender que mamá y papá pueden alejarse, aunque sea por unos minutos, y esta nueva toma de conciencia puede hacer que sientan miedo. El llanto, el apego o los despertares nocturnos más frecuentes son formas de decir: «Necesito saber que estás ahí». Qué puedes hacer: - Prepara a tu hijo para el desapego, aunque sea breve, diciéndole siempre que volverás. - Mantén pequeños rituales de saludo: una palabra, un gesto, una canción. La previsibilidad lo tranquiliza.- Evita las desapariciones repentinas o sal en secreto.- Acepta sus emociones sin juzgarlas: el llanto es una forma de comunicación, no un capricho .- Si ayuda, déjale un objeto de transición (felpa, funda o bufanda con tu aroma): un puente simbólico entre la presencia y la ausencia. Es una fase temporal y fisiológica: cada regreso fortalecerá la confianza.