Hay situaciones en las que la lactancia materna no es posible: por motivos de salud de la madre o del recién nacido, por la ingesta de medicamentos incompatibles o por motivos infecciosos. En estos casos, la leche formulada representa una elección segura y controlada, que garantiza todos los nutrientes que el niño o la niña necesitan para crecer. No es el modo de nutrición lo que define la relación, sino la calidad de la atención y la escucha mutua. Durante la alimentación, el contacto visual, la calma y la cercanía física siguen siendo fundamentales: aquí es donde se construye el vínculo, no en el tipo de leche.
A quién contactar para obtener ayuda: - Comadrona o enfermera pediátrica en el hospital o en el consultorio: para obtener consejos prácticos sobre preparación e higiene. -Pediatra: para determinar la cantidad de leche que debe administrarse al recién nacido según su edad y comprobar su crecimiento.- Comadrona o enfermera pediátrica: para recibir consejos prácticos sobre la preparación y la higiene.- Consulta familiar o con un psicólogo perinatal: para abordar las dudas o los sentimientos de frustración relacionados con la suspensión de la lactancia.