La analgesia intravenosa ayuda a reducir el dolor del parto mediante medicamentos que se administran por vía intravenosa, por lo general opioides en dosis bajas, como la petidina o el remifentanilo. Actúan con rapidez, atenuando la percepción del dolor sin bloquear por completo la sensibilidad o la capacidad de movimiento. Se puede proponer cuando la epidural no está disponible, no está indicada por motivos médicos o el parto ya está muy avanzado. La madre y el niño siempre son monitoreados durante el procedimiento. Es una solución segura, que permite afrontar el parto con mayor serenidad y control, incluso en entornos en los que no es posible recurrir a la epidural. Las regiones deben garantizar un acceso equitativo a los servicios de analgesia, pero la disponibilidad puede variar de una estructura a otra. Hablar de ello con el equipo que te acompañará te ayudará a elaborar un plan de parto personalizado, en el que indiques tus preferencias en cuanto a la experiencia del parto con respeto y confianza.
Tiene derecho a ser informada, escuchada e involucrada en la elección de los métodos para controlar el dolor durante el parto. Este derecho está reconocido por la Ley 38/2010, que garantiza el acceso a la terapia del dolor incluso en el campo obstétrico. Concretamente, significa que: - puede solicitar información clara sobre todas las opciones disponibles (naturales, intravenosas, epidurales o con gas); - tiene derecho a expresar un consentimiento libre e informado, después de comprender los riesgos y beneficios de cada método; - puede informarse ya durante el embarazo, durante las reuniones de acompañamiento al parto o examen anestesiológico, sobre las técnicas que ofrece su lugar de nacimiento.